Me llamo Manuela Fernández Revuelta, tengo 79 años y nací en Santander. Yo no he trabajado nunca fuera de casa.
Fui a la escuela hasta los 16 años y completé los estudios con una profesora particular. Mi escuela, en Berlanga (Santander) estaba divida: a la derecha, los niños con maestros y a la izquierda, las niñas con maestras. Mi maestra se llamaba la señorita Pilar y era muy recta.
Llevábamos pocas cosas en la cartera (libros, cuadernos y material de dibujo) y escribíamos mucho en la pizarra. Nos sentábamos por parejas. Y aprendíamos mucho.
Foto de material escolar de la epoca
Los maestros eran muy rectos y nos castigaban pegándonos con una regla en la mano o un manotazo, también nos obligaban a estar de rodillas toda la clase.
Recuerdo que había mucho más respecto, no se puede compara con ahora. Nosotros llegábamos deprisa y puntuales y hacíamos cola al entrar y al salir. La profesora era muy recta y tenida en cuenta.
Testimonio recogido por Luís Torada Aguilella (10/01/11).
Mi nombre es Jesús Sánchez Brosel, nací en 1936 y tengo 74 años. Yo soy Teruel, de un pueblo llamado Villafranca del Campo. Empecé a trabajar en la agricultura a los 16 años y después en un almacén de naranjas hasta mi jubilación. También me dedico de la apicultura desde los 17 años hasta la actualidad.
Fui a la escuela desde los siete hasta los doce años. Y luego fui a una academia para aprender contabilidad, mecanografía y teneduría de libros. Estuve en la academia hasta los 16 años. Dejé de ir a la escuela porque había que trabajar.
Estudié hasta los 10 años en Villafranca del Campo. Era una escuela bastante grande y allí iban todos los niños del pueblo, unos 30 o 40. Luego vine a Castellón y estuve estudiando en el grupo escuela “Ejército”, que era bastante grande. Sólo recuerdo a las amistades de entonces, nada más. Llevaba un libro que servía para todas las asignaturas (la enciclopedia), un lápiz, una goma y una libreta.
El maestro nos trataba bien. A mí nunca me castigaron, pero si alguien se portaba mal tenía el castigo que se merecía, como por ejemplo ponerse de cara a la pared o no salir a jugar. La gente daba menos importancia al estudio y pensaba en ponerse a trabajar porque a la familia le hacía falta el dinero. Como no ponían deberes, después de la escuela ayudaba en casa o me iba a jugar con los amigos.
Mis recuerdos de la escuela son buenos.
Testimonio recogido por Claudia Bolos Sánchez (27/12/10).
Me llamo José Pipó Bieoda, tengo 80 años y nací en Úbeda, Jaén. He trabajado en el Banco Hispano-Americano (Santander).
Fui a la escuela desde los 3 a los 14 años. Mi escuela era de curas, con bancos. Mi maestro se llamaba Cristóbal Cantero. No tengo muchos recuerdos de la escuela. Llevábamos algunos libros de Geografía, de Humanidad. Nuestros maestros nos trataban con mucha dureza y nos pegaban con la regla. Recuerdo que, una vez, el profesor me dio una patada y todavía tengo la cicatriz.
Testimonio recogido por Eva Pipó (31/12/10).
Me llamo Emiliana Gil, tengo 83 años y nací en una aldea de Cuenca. He trabajado toda mi vida en labores de casa.
Sólo fui cinco o seis años a la escuela, porque mi familia me necesitaba en casa. Mi escuela era un “maset”, donde habían dos clases, una de chicos y una de chicas. Mi maestra se llamaba Doña Isabel. No tengo muchos recuerdos de la escuela. Llevábamos una libreta y un lápiz. Y cuando nos castigaban nos llevaban a un cuarto aparte.
Testimonio recogido por Sergi Ripollés Gil (07/01/11).
Mi nombre es Encarnación Amparo y nací en 1930, en Requena. He hecho trabajos de cultura general, pintura, escribir a máquina, bordar, coser y ama de casa. Fui a la escuela durante doce años y el tiempo que la dejé fue a causa de la guerra. Era una escuela donde solo habían chicas y las monjas. Mi maestra se llamaba Sor Maricruz. Teníamos mucho respeto a los profesores. Los castigos eran estrictos: pegaban con una regla en la mano o te ponían cara a la pared. En el recreo jugábamos a la comba.
Llevábamos en la cartera una enciclopedia grande donde se agrupaban todas las materias y una pluma. Tener una buena letra era fundamental.
Los maestros nos enseñaban mucho pero nos castigaban continuamente. Los otros recuerdos de la escuela eran los juegos, a las agujas y a las chapas. Como no teníamos “maquinitas”, jugábamos a juegos de calle. Todo era más divertido.
Testimonio recogido por Sara Artola Grangel (21/12/10).
Soy María del Rosario Ovejero, tengo 68 años y nací en Talavera de la Reina. Yo he trabajado en el despacho de mi padre, que tenía una empresa de frutas. Le ayudé en las facturas durante uno o dos años. Luego me fui a Castellón y estuve unos cuatro o cinco años trabajando de esteticién.
Fui a la escuela de 7 a 10 años en mi pueblo y de los 10 a los 17 en la ciudad. Dejé la escuela para ayudar a mi madre, que estuvo muy enferma. Mi escuela era un colegio de monjas, “las Agustinas”. Mis maestras se llamaban “sor”: Sor Natividad, Sor María Isabel… Era un colegio sólo de chicas y hacíamos ejercicios espirituales. Me lo pasaba muy bien y era buena estudiante.
Mi cartera era de cremallera y llevaba un estuche de pinturas. Guardábamos los libros en el pupitre y llevábamos a casa los libros que teníamos que estudiar. Asignaturas, teníamos las básicas. Casi todo eran apuntes, más que utilizar el libro.
Las maestras eran bastante duras y tenían mucho genio. Revisaban la manera de vestir y los modales. Enseñaban bien, nunca me sentí cargada de trabajo de estudio.
La verdad es que tengo un recuerdo muy bonito de mi tiempo en el colegio, éramos un grupo de unas seis amigas muy íntimas y nos gustaba mucho el uniforme.
Testimonio recogido por Cristina Garcia Mulet (10/01/11).
Mi nombre es Alberto Agulló y naci en Elche en 1931. He trabajado desde los 14 años hasta los 19 como aprendiz de ebanistería. A los 19 me establecí por cuenta propia. Desde los 35 hasta la actualidad he sido pintor y “cosero” (hago cosas).
Fui a la escuela desde los 8 años a los 13 y dejé de ir porque no me gustaban las Matemáticas. Iba a una academia llamada Ripollés y era una clase donde estaban todos los alumnos. Recuerdo a mi maestro porque discutía con él por culpa de las Matemáticas.
A la escuela llevábamos un libro de escritura y Matemáticas, un lápiz y una pluma.
Antes de ir a la academia, venia un maestro a casa que nos castigaba con los brazos en cruz y dos o tres libros encima de las manos.
Testimonio recogido por Aitana Agulló Ribera (25/12/10).
Me llamo Ana María y tengo 76 años. Nací en San Carles de la Rápita (Tarragona). He sido ama de casa. Fui a la escuela hasta los 12 años y la dejé para ir a estudiar unos “estudios mercantiles”. Mi escuela era de monjas. Mis maestras se llamaban Anita y Vicenta. Recuerdo que cada invierno cada uno de los alumnos teníamos que llevar un leño para la estufa y que no teníamos cuadernos, sino pizarras. No teníamos mochilas o carteras, sólo utilizábamos la pizarra, las tizas y una enciclopedia. Nos castigaban cara a la pared o copiando, pero no nos pegaban. También recuerdo que en la escuela habían diferencias de género y que no almorzábamos nada.
Testimonio recogido por Joaquim Albiol (27/12/10).
Mi nombre es Marisa y tengo 71 años. Nací en Valencia. Yo he trabajado en una tienda de ropa hasta que me casé. Fui a la escuela hasta los 16 años y lo dejé para ponerme a trabajar. Mi escuela era sólo de chicas y pública. Mi maestro se llamaba Don Juan. El profesor nos trataba bastante mal y no teníamos tantas materias como ahora. En la cartera llevábamos libros de texto, cuadernos y lápices.
No nos enseñaban mucho y nos castigaban haciendo copias o de cara a la pared. Aún así, tengo un buen recuerdo de la escuela, sobre todo porque allí tuve mis primeros amigos. Testimonio recogido por Claudia Copete Silla (10/01/11).
Me llamo Luis Duque López, tengo 72 años y nací en Albacete. He trabajado como jefe de obra.
Fui a la escuela hasta los 18 años. Mi escuela era religiosa, de los “Santos Apóstoles” y mi maestro era el padre Joaquín. En la escuela había un trato distinto para los dos sexos y mucho machismo. Lo que más recuero son los castigos y los métodos de enseñanza.
Llevaba una cartera de mano con lápices y cuadernos.
Cartera escolar de la epoca
Nos tratábamos de usted y los castigos eran físicos y más duros que los actuales. Recuerdo, sobre todo, tener que cruzar los campos y la ciudad cada día para llegar a la escuela.
Testimonio recogido por Javier Zorio Duque (02/01/11).
Mi nombre es Fermín Adiego y tengo 77 años. Nací en 1933 en Salillas de Jalón (Zaragoza). Yo he sido mecánico y metalúrgico.
Fui a la escuela durante seis años y lo dejé porque tenía que trabajar. Mi escuela era grande, con suelo de tarima y teníamos una estufa de carbón para calentarnos. Mi maestro se llamaba Don Lorenzo. Recuerdo que el maestro nos pegaba con una vara en la mano por insultar a un pobre que se llamaba Lázaro. En la cartera llevaba un solo libro, el de “Grado Medio”, un plumier con lápices, pinturas, un sacapuntas y una libreta.
Los maestros nos enseñaban la moral, teníamos que aprender las lecciones de memoria y nos ponían a todos a su alrededor para preguntarlas. Si no te la sabías, te ponían el último de la fila a escribir varias veces lo que nos sabías, como castigo. También recuerdo que teníamos que cantar antes de salir de la escuela.
Testimonio recogido por Irene Latorre Adiego (27/12/10)
Me llamo Joaquina Rodríguez Martínez y tengo 69 años. Nací en Bailén (Jaén). He trabajado vendiendo leche en el negocio de mi padre, que era cabrero.
Fui a la escuela desde los seis a los ocho años y lo dejé porque tenía que ayudar a mis padres. Mi escuela era toda de madera y mis maestras se llamaban Araceli y María Ángeles.
Mis mejores recuerdos son las amigas, porque todavía conservo amigas de la infancia. A la escuela no llevábamos nada, sólo teníamos un cuadernillo. Lo peor, los castigos de las profesoras y los mejor, los juegos en el patio de la escuela.
Testimonio recogido por María Zafra (21/12/10).
Mi nombre es Julia y tengo 77 años. Nací en Murcia. He trabajado como empresaria textil. Fui muchos años a la escuela, que era muy grande y vieja. Mi maestra se llamaba María Teresa. Las clases eran de chicas o de chicos, nunca juntos. Vestíamos de uniforme y teníamos que llevar el pelo siempre recogido.
En la cartera llevábamos libros, cuadernos y lápices. Los maestros nos pegaban con la regla. La escuela era muy estricta.
Testimonio recogido por Sara Huertas.
Pupitres y material escolar de la epoca